Una de las caracerísticas centrales de este estilo de apego, es el gran nivel dependencia que el niño o la niña presenta a sus cuidadores. Esa dependencia, no permite que surja la exploración de su entorno de manera independiente. Suelen mostrar ansiedad cuando se separan de sus cuidadores y pueden ser difíciles de consolar cuando están angustiados. La atención de los cuidadores es inconsistente, llevando mucha inseguridad a la relación.
Su emocionalidad es ansiosa e inconsistente, es difícil poder calmar las necesidades de sus hijos, dado que, se abruman porque no saben cómo reaccionar ante las necesidades y demandas de otros.
En ocasiones son impredecibles y erráticos en la interacción, dependiendo de su estado de ánimo o deseo frente a la necesidad del niño. Exalta la emocionalidad del niño o la niña, otras veces la castiga.
En ciertos momentos se siente muy dispuesto (a), a estar con sus hijos, no obstante, en otros momentos, muestra poco afecto positivo, criticando las demandas o necesidades emocionales, sintiéndose cansado(a) o abrumado(a).
Realiza muchas actividades, como un modo de relacionarse con las personas. Las actividades son puentes para estar juntos, dado que, les cuesta compartir intimidad emocional.