Este tipo de apego, está marcado por el estrés y el miedo relacional. Las emociones que se experimentan son rabia, ansiedad y angustia, el comportamiento es contradictorio e inestable, sufren de mucha desorientación en el sistema de seguridad, se calman a través de tener conductas estresantes o de daño. La experiencia de adversidad o de trauma, predominan en esta interacción, a su vez pueden ser familias donde lo que predomina son situaciones problemáticas o de un clima emocional exaltado y nervioso.
Emocionalmente se encuentra abrumado(a) y muy interferido(a) por sus propios conflictos. Interiormente les cuesta mucho calmarse, muchas veces no lo logra. Además, no puede ser empático, por ello, es negligente en el cuidado del infante.
No puede interpretar ni leer adecuadamente las señales que emite la niña o el niño, respondiendo de una manera desproporcionada a las señales, con estrés, sin coherencia y con mucha reactividad emocional.
Se confunde y se desorienta ante las necesidades del infante. Se perturba frente a las demandas del menor sintiendo mucho temor en la relación, además de experimentar culpa y angustia, frente a lo que sucede.
Presenta muchas dificultades en la regulación de la agresión, no percibe como regular sus impulsos, por ello, puede tener actitudes maltratadoras, gritar, golpear ó castigar a sus hijos de una forma desproporcionada.